CALAVERAS Y DIABLITOS
Por. LCFB
El escenario es el MP de Cuautitlán: mujeres que lloran,
hombres que buscan a sus hijos, esposas que aducen la inocencia del marido,
menores de edad asustados, policías en un constante entrar y salir, unos con
evidente aburrimiento y cansancio, otros disfrutando de su poder, abogados que
todo el tiempo tienen todo bajo control, los calificadores, los agentes del
ministerio público y la flexibilidad de la justica en nuestro país, todo en un
solo lugar.
En menos de una hora, cualquier visitante que no tenga ni
prisa ni congoja por lo que pasa dentro del inmueble puede apreciar lo que es
la auténtica impartición de justicia en nuestro país.
El primero de los casos se resuelve con menos de cinco mil
pesos ya que la única falta que cometió el menor fue tener en su poder los
tapones de un auto que no era de la familia. “Con esos cinco, sin problema, son
para el agente y el policía que lo trató muy bien”, justifica el abogado, que
no deja de fumar en ningún momento.
A lado, separados por unos cuantos pasos, es un policía
quien hace las funciones de asesor jurídico: “mira, mejor conseguimos el dinero
y así no nos lo trasladan, ya te lo había dicho la última vez”, como respuesta
la joven mujer le indica que sí lo tendrá, que le dé un par de horas y para
sellar el pacto le adelanta unos billetes que significarán la libertad de su
pareja.
Y como ya es una costumbre, mala pero ya impuesta, lo
primero que hace cualquier persona que llega a esas instancias es preguntar
cómo se puede arreglar, y como en cascada todos los que integran el MP lo miran
extraño y niegan que eso pase, “mejor consígase un abogado”, “debe checarlo con
el agente del MP”, “es delito grave, no alcanza fianza”.
Sin embargo, la balsa de la corrupción siempre llega y el
único que realmente está en problemas es quien no tiene dinero porque ahí, en
ese lugar, todas las reformas al sistema de impartición de justicia no
importan, ahí no existen la lógica, ni la evidencia, quien llega a ese punto se
encuentra en un problema que la va costar dinero, tiempo y angustia.
Con ese escenario no queda más que reflexionar que
cualquier modificación que se intente al sistema de justicia debe ir acompañada
de una limpieza en la casa, de otra forma se volverá a fracasar y el laberinto
crecerá otro nivel para estar en el mismo lugar y con la misma gente.
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